«Es un día importante para nuestra comunidad», dijo ayer, 28 de septiembre, el padre Pierre en Ngaoundéré -Camerún- al comenzar su homilía, «porque es el inicio del curso catequético para los alumnos, pero también el día de los sacramentos de iniciación a la vida cristiana para «papá Mathieu».
Sí, gracias Señor por este acontecimiento. Llevo varios años acompañando a «Papá Mathieu», un antiguo leproso. Actualmente, cinco días a la semana le llevo la comida y le curó el pie izquierdo, cuyos dedos han sido devorados por la lepra, y los otros dos días se encargan de él las Hermanas Siervas de María.
El pasado mes de agosto, durante una breve hospitalización, expresó a un joven sacerdote que acompañaba a las «hermanas azules» para su cuidado, el deseo de ser bautizado: «Soy viejo y estoy solo, no tengo a nadie. Creo en Dios y veo que las hermanas se ocupan de mí…». Desde que expresó este deseo, estaba ansioso por recibir el sacramento.
Por fin llegó el gran día y hubo que llevarlo en coche a la iglesia. ¡Qué guapo estaba, vestido de blanco gracias al esmero de la hermana Isabelle y sus tres novicias! Qué convicción en sus respuestas a las preguntas que le traducía Rebecca al fulfulde, siguiendo al párroco, entre otras cosas, sobre el Credo: «Sí, estoy de acuerdo con todo lo que me dice». ¡Qué radiante estaba su rostro, con la vela encendida que sostenía con los dos dedos que le quedan en la mano derecha!
Y aunque ya no puede bailar, en cuanto se entonó el canto en mboum, su lengua materna, no olvidó los movimientos de hombros de su baile tradicional y los meneos en su silla.
Hoy en día, «Papá Mathieu» ya no puede caminar con su bastón hasta el borde de la carretera para pedir limosna: un mango, un aguacate, cacahuetes según la temporada… o una moneda. Desde el umbral de su puerta, sigue llamando la atención de los transeúntes, ya que solo puede desplazarse sentado.
Si la alegría de Mathieu era desbordante, también lo era la mía y la de Bouba, su padrino, que le había enseñado algunos elementos de nuestra fe, siguiendo los consejos de su padre, antiguo alumno de nuestra hermana Marie Paule Havard, entonces en Lam, Camerún, y hoy en Briouze, Francia, y catequista de adultos, especialmente de mujeres mayores, a petición de Mons. Yves Plumey. Bouba y yo habíamos comenzado a ocuparnos de él. Grande fue también la alegría de los antiguos cristianos de Marza, pueblo del municipio de Ngaoundéré, y del joven sacerdote Cyril, que vinieron especialmente para él a concelebrar la misa en nuestra parroquia. ¡Y qué coincidencia que este acontecimiento tuviera lugar el día en que leíamos en la misa el texto de Lucas sobre el rico y el pobre llamado Lázaro!
Que los cristianos de nuestra parroquia hayan escuchado las palabras de nuestro párroco pidiendo «no dejar que él ni los muchos «Lázaros» que hay en nuestros barrios se acuesten sin comer…».
Hermana Marie-Thérèse PUECH, Hija del Espíritu Santo – Comunidad del noviciado de Ngaoundéré. CAMERÚN
Publicado el 6 de octubre de 2025