Ahora, unidas por una hermosa herencia…

Burkina Faso. Habiendo llegado al final de nuestra formación de noviciado, hoy estamos muy contentas de haber sido aceptadas en la Congregación de las Hijas del Espíritu Santo que se ha convertido en nuestra familia religiosa.

 Después de unos días de meditación sobre los fundamentos de la vida religiosa, las expectativas de la Congregación y de la Iglesia, tuvimos una jornada de reflexión sobre técnicas informáticas y de comunicación… Luego, en la casa de los jesuitas, vivimos un retiro espiritual que nos fortaleció y motivó aún más ante nuestro compromiso de seguir a Cristo: estábamos algo estresadas pero el acompañamiento de estos días nos liberó de ello. Durante la misa recibimos la bendición de nuestros padres como signo de su aceptación de entregarnos a Dios. El sacerdote que celebró la misa destacó la importancia de vivir en comunidad, un lugar de crecimiento y no de suspiros. A través de un juego de letras alfabéticas, el sacerdote nos animó encarecidamente a ser «Signos» en comunidad y no «monos» que dividen y debilitan la vida fraterna. También nos invitó a vivir la sabiduría de nuestros símbolos que son: la vela que ilumina, para Denise, la calidad de la disponibilidad, para Pascaline, el árbol de mango que traduce el crecimiento continuo y el retorno a la fuente que es Dios Padre, para Edith, el árbol frutal que traduce la necesidad de mantenimiento para crecer, para Eugénie.

Nuestras hermanas mayores de la Viceprovincia de Burkina Faso  tomaron a pecho este evento y se entregaron  cuerpo y alma para que fuera un éxito. Son «regalos» para nosotras por su acogida y nos sentimos muy felices, como jóvenes hermanas profesas, de expresar nuestra alegría y agradecimiento con bailes y canciones tradicionales.

Con ustedes, Hijas del Espíritu Santo, nos une ahora la hermosa herencia que nos dejaron Marie Balavenne y las primeras hermanas, sus compañeras. Hemos aceptado ser enviadas en misión en nuestras comunidades para ser un «signo», para construir y mantener juntas nuestra casa común, la «Casa de la Caridad». Que el Señor siga obteniendo para nosotras su gracia para el bien, para edificar.

Una etapa ha terminado. ¡Comienza otra! Seguimos contando con sus oraciones para seguir siendo fieles a nuestro compromiso, porque si hoy rebosamos de alegría es, en parte, gracias a su apoyo. ¡Gracias a cada una de ustedes!

 

Hermanas Denise MEDA, Pascaline SOMDA, Edith YAMEOGO, Eugénie FARGA. Publicado el 19 de octubre de 2022